Melly es una cazademonios inusual, pues tiene en su poder dos artefactos muy poco comunes: un caldero donde crea grandes cantidades de energía y unos guantes mágicos que permiten dirigirla hasta cubrir largas distancias. La elección de su profesión no estuvo motivada por el azar, si no por una terrible tragedia. Cuando todavía era una niña, escuchó tres amenazadores aldabonazos en la puerta de la casa de sus padres. Aún así, decidió abrir y se encontró frente a un extraño ser que no tenía nada que ver con su raza. Melly y sus padres eran Grissy, seres mágicos con aspecto humanoide, piel de tonos grisáceos y cabellos rojizos. Por el contrario, la criatura que había llamado portaba un extraño sombrero que no había visto antes y la mitad inferior de su cuerpo la formaban piernas como las de una bestia. Su padre, quien se percató enseguida, le gritó “¡Aléjate, Melly: es un demonio!”. Melly quedó paralizada de terror ante la sonrisa esbozada por el demonio, que empezó a caminar en dirección a sus padres. La madre de la pequeña la empujó en dirección a la cocina: “¡coge el amuleto morado que cuelga sobre el fogón! ¡Te protegerá!” le gritó. Melly obedeció y en cuanto sus manos menudas tocaron el objeto, el demonio se desvaneció. Por desgracia, ya era tarde para sus padres.
Melly pasa los días con la esperanza de encontrarse cara a cara con el demonio que destruyó a su familia para cobrar venganza.